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jueves, 1 de octubre de 2015

La Tomatina de Buñol - Valencia (Último miércoles de Agosto)

Ya son varios los años desde que la Tomatina pasará a ser una fiesta "de pago", después de que el Ayuntamiento decidiese reducir el aforo a la mitad, llegaron a congregarse cerca de 45.000 participantes en 2012, y poner a la venta 17.000 entradas a 10 euros, dejando el resto para vecinos de esta localidad de poco más de 9.000 habitantes.


En este proceso de privatización y comercialización de la fiesta, en el que se ha ampliado la oferta festiva con actividades infantiles y espectáculos musicales, sin embargo, se mantiene inmutable el protagonismo del tomate y del exceso, ya que se realiza una descarga de cerca de 140 toneladas en apenas una hora.

La gestión de esta Fiesta de Interés Turístico Nacional, que el consistorio encargó a una productora para, según el alcalde, tratar de reducir el "incordio" que supone para los vecinos y rentabilizar la masiva llegada de turistas, no se encuentra exenta de polémica año tras año.

La adjudicación de la organización de este acontecimiento tan singular, que nació de forma espontánea como una batalla entre vecinos y ha logrado perpetuarse contra la reticencia inicial de las autoridades, está siendo actualmente investigada por la Fiscalía Anticorrupción.

Pero con independencia de los mecanismos internos de la fiesta, a los que con toda seguridad permanecen ajenos los miles de turistas de todo el mundo que llegan para vivir una experiencia única, el espectáculo de la Tomatina sigue siendo un foco de atracción inimitable.

Las calles de Buñol sirven de plató para el rodaje de al menos una película y un anuncio publicitario; y parte de los ingresos generados por la venta de entradas se destinan a la ONG india Lokpanchayat, que trabaja con mujeres en riesgo de exclusión y por la construcción de infraestructuras hídricas, entre otros proyectos.


El pasado año, por primera vez, la Tomatina se pudo seguir en directoa traves de internet con varias cámaras fijas y una subjetiva que llevaba a un reportero a pie de calle.

En apenas una hora, entre las 11 y las 12 horas de mañana, varios camiones volquete cargados al máximo de tomates esparcen su carga en las calles de Buñol dejando tras de sí un auténtico caudal de rojo viscoso, un río de tomates que, también de forma espectacular, desaparece sin dejar rastro gracias a la coordinación y experiencia de los vecinos.


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